El colorete siempre a sido uno de los básicos en todo maquillaje. Pero nunca causó más furor, que en Francia durante los siglos XVII y XVIII. En estos siglos la moda dictaba que todas las mujeres ( ricas por supuesto) debían llevar colorete, pero no un rubor como hoy en día, sino un verdadero manchurrón que podía ser desde un rosa fucsia hasta un rojo escarlata. Ese color se extendía desde las las ojeras hasta la parte inferior de las mejillas y provocaba un aspecto realmente escandalosos.
Joven Maria Antonieta con el colorete
Este colorete se usaba utilizando varias capaz de polvo por encima de una cara blanqueada (a base de harina y de beber vinagre). Se calcula que para 1780, la cantidad de los frascos de polvos de colorete utilizados en Francia al año era de dos millones. Las mujeres más pobres que no podían costearse los frascos se teñían las mejillas utilizando vino, aunque eso no fuese muy adecuado por su posición.
Marquesa de Montespan
Aunque la "fiebre del colorete" se ha atribuido a Maria Antonieta lo cierto es que su uso es anterior. La primera en utilizarlo fue, al parecer, por la Marquesa de Montespan, amante de Luis XIV el Rey Sol.
El colorete podía tener algunas connotaciones. Cuando era muy intenso se usaba para llamar la atención y parecer descarada, cuando desaparecía un fracaso amoroso había ocurrido.
Jose II de Habzburgo
El colorete no era siempre atractivo a los ojos extranjeros, de hecho, muchos ingleses y alemanes lo odiaban y se reían de las francesas (entre ellos José II hermano de Maria Antonieta) que parecían "muñecas pintarrajeadas".
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